Tenemos gato y el teatro de Málaga, en Diario Sur

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Si algo define al sector de las artes escénicas en Málaga en este momento es su calidad. Lo dicen sus propios protagonistas, los miembros de algunas de las compañías que ahora se preparan un año más para el comienzo de la temporada en los escenarios de la capital y, en muchos casos, para llevar sus espectáculos a otros rincones del país.

El del teatro malagueño es un éxito sostenido en el talento. En el buen hacer que demuestran los actores, actrices, directores, dramaturgos, músicos, escenógrafos y técnicos en cada representación. Lo afirma el director de la compañía El Espejo Negro y ganador de dos premios Max, Ángel Calvente, pero coinciden con él los confundadores de Pata Teatro, Macarena Pérez y Josemi Rodríguez; el director de Nuevo Teatro Musical, Nacho Doña; el director de Teatro del Lazzi, Javier Oliva; el actor y fundador de Avanti Teatro, Eduardo Velasco, el director de escena de La Imprudente, Sebastián Sarmiento, la actriz y fundadora de la compañía Tenemos Gato junto a Homero Rodríguez, Cristina Rojas, y las tres integrantes de Caramala, Virginia Muñoz, Carmen Baquero y Noemí Ruiz. Todos ellos, y muchos más, son responsables de la buena reputación de la ciudad en el mundo del teatro.

Formación de primer nivel

Una reputación basada sobre todo en un excelente trabajo de cantera. «La Escuela de Arte Dramático de Málaga tiene una trayectoria, una solera y una identidad tremendas. Para muestra, un botón: la cantidad de actores que han salido de ella y han llegado a lo más alto. Fran Perea, Canco Rodríguez… Es de las pocas que ofrece la especialización en teatro musical y tiene una dotación de espacios envidiable», asegura Velasco, que no se olvida tampoco del trabajo de Antonio Navajas al frente del Teatro Cánovas. El actor, fundador además de Avanti Teatro, se encuentra ahora trabajando en la serie de TVE ‘Servir y proteger’, y también ha sido uno de los artífices del éxito del proyecto Factoría Echegaray al dirigir la obra de Pablo Bujalance ‘La Presa’. «Es una propuesta de la que no solo se habla en Málaga. España nos mira para ver si sale bien y así tal vez se creen más factorías en otros lugares», apunta, sin olvidarse de dar las gracias a su responsable, Miguel Gallego.

Compañías malagueñas

Nuevo Teatro Musical
Compañía fundada en 2015 y especializada en espectáculos con música interpretada en directo. Hace tres meses llenaron el Teatro Cervantes con el musical ‘Chicago’ y ‘El Muro’ de Pink Floyd. El 28 y 29 de septiembre volverán al mismo escenario con su particular versión de ‘Jesucristo Superstar’. En otoño llevarán ‘Chicago’ a Palma de Mallorca.
Pata Teatro
Desde 1998 produciendo espectáculos teatrales. En otoño estarán de gira por toda España con su obra infantil ‘Frankenstein. No soy un monstruo’. En Navidad volverán al Teatro Echegaray con otro espectáculo infantil, ‘El árbol de mi vida’ y el próximo año estrenarán ‘Debajo del tejado’ y producirán el VII ciclo de teatro ‘Clasicos en Verano’.
Teatro del Lazzi
Nació en 2004 con la intención de recuperar la comedia del arte, un tipo de teatro de origen italiano. Ahora, se han lanzado a la producción de una webserie titulada ‘Barrio Lazzi’ y para el próximo año preparan un estreno muy especial, ya que será su primer acercamiento a la figura de Miguel de Cervantes. También imparten cursos para especializarse en el género.
La Imprudente
Su obra ‘Las Troyanas’ ha sido su éxito más reciente. Pasó por el Teatro Romano de Málaga en agosto. El próximo 26 de octubre estrenan en el Teatro Cánovas una pieza de Samuel Pinazo, ‘Ocho. Tratado de puñaladas y traiciones’. En enero llevarán al Festival de Teatro de Málaga ‘Los fusiles de la señora Carrar’. En El Local, su escuela, preparan una versión de ‘Woyzeck’.
Avanti Teatro
Comenzó su andadura en 2005. Su fundador es el actor y director Eduardo Velasco, con una amplia trayectoria en cine, televisión y teatro. En este momento esperan el estreno de la obra ‘Sensible’ de Juan Carlos Rubio, protagonizada por Kiti Mánver, de la que son coproductores y que pronto pasará por las tablas del Teatro Cervantes. Además, a finales de septiembre comenzarán a preparar la que será su próxima producción propia.
Caramala
El trío formado por Carmen Baquero, Noemí Ruiz y Virginia Muñoz ya es un clásico de la comedia malagueña. Este año han paseado su espectáculo ‘Superheroínas, S.L.’ por varias salas de Málaga. Para 2018 preparan un espectáculo que aún mantienen en secreto. «Solo podemos decir que trataremos temas como la educación, la felicidad, el tiempo, la infancia…», asegura Ruiz, que trabaja en la popular serie ‘Allí abajo’.
Tenemos Gato
En activo desde 2008. Acaban de presentar en el Teatro Lara de Madrid su sexto montaje, titulado ‘Felicidad’, que se mantendrá en cartel durante tres meses en la capital. El espectáculo se estrenó en el Teatro Cervantes en la pasada edición del Festival de Teatro de Málaga. A partir de 2015 se lanzaron además a la producción audiovisual. Próximamente verá la luz el cortometraje ‘La última peli de Woody Allen’.
El Espejo Negro
Fundada por Ángel Calvente en 1989, ha creado una nueva forma de hacer teatro con marionetas. En estos momentos, Calvente dirige un espectáculo para la compañía granadina Consuelo sobre un texto de Max Aub que se estrenará en diciembre en el Teatro Alhambra. Para finales de 2018 está previsto el estreno de ‘Espejismo’, un espectáculo de marionetas para adultos donde da rienda suelta a todas sus obsesiones.

Pero la del Echegaray solo es una muestra de las iniciativas que han llevado a Málaga a ser reconocida en el resto de la península. «Creo que la mayoría de iniciativas que fortalecen el teatro malagueño vienen del sector privado. La aparición de una empresa como Central de Actuantes o de La Cochera Cabaret supone un impulso enorme para la creación escénica malagueña. Los ‘Clásicos en Verano’ de Pata Teatro son una muestra evidente de la eficacia de su modelo y han sido un punto de apoyo para muchos de nosotros», explica Sebastián Sarmiento, de La Imprudente.

Cada vez son más las iniciativas privadas que impulsan la creación escénica en Málaga

También agradece Ángel Calvente el esfuerzo del Área de Cultura de la Diputación de Málaga en la creación de una red teatral a través de la cual se puedan representar los espectáculos de compañías malagueñas en toda la provincia. De forma paralela han nacido también proyectos como Microteatro y otros para unificar a los profesionales del teatro de la provincia, como la asociación TEMA (Trabajadores Escénicos Malagueños).

La excesiva dependencia de las administraciones públicas siempre ha sido una de las debilidades del sector según sus propios integrantes y, aunque para Velasco, partidario de volver a debatir sobre la Ley de Mecenazgo, «el modelo es el que es», otros, como los fundadores de Pata Teatro, ven ciertos progresos en este aspecto. «Ahora hay una voluntad por parte de la administración para llevar a cabo proyectos que son privados. Se ceden espacios en los que anteriormente era impensable realizar temporadas y, aunque económicamente la aportación de la institución es mínima, sí que hay un mayor interés por apoyar distintas propuestas», aseguran desde la compañía.

Arriba, Avanti Teatro. Abajo, a la izquierda, Tenemos Gato, y a la derecha, Caramala.

Circuitos inexistentes

Ya en 2011 un estudio del Área de Cultura de la Diputación señaló la falta de un circuito sólido como una de las grandes preocupaciones de los profesionales del teatro. Seis años después, unos veteranos de la escena como Macarena Pérez y Josemi Rodríguez, fundadores de Pata Teatro, no creen que el problema se haya solucionado. «En nuestra ciudad los circuitos son prácticamente inexistentes. Desde hace más de diez años se han ido extinguiendo poco a poco por recortes presupuestarios y ahora los pocos que existen ofrecen a las compañías tan solo de dos a cuatro funciones anuales, lo cual no se puede llamar circuito», confiesan.

Espejo Negro.
Espejo Negro.

A esa falta de oportunidades se enfrentó también Javier Oliva al fundar Teatro del Lazzi: «No había un mercado ni un recorrido posible. Tenías que crearte el tuyo propio y empezar a llamar a las puertas. Tropezar, caerte y levantarte para seguir caminando». Los espectáculos necesitan continuidad, distribución y promoción, según Eduardo Velasco, y en Málaga parece que se hace necesario reforzar estos tres aspectos. «Echamos mucho de menos empresas dedicadas a la distribución teatral que puedan convertirse en verdaderas representantes de todo el talento que se desarrolla en esta ciudad y lo lancen al resto de España», apunta Nacho Doña, de Nuevo Teatro Musical.

Los profesionales piden más esfuerzos en la promoción de los espectáculos

En cuanto a la falta de público en las representaciones hay menos consenso entre los profesionales. «Habría que hacer mucho hincapié desde la ciudad en la formación de público teatral. ¿De qué sirve tener muchos teatros si están vacíos?» pregunta Virginia Muñoz, de Caramala. Sin embargo, Sarmiento lanza otra cuestión: «¿Por qué a los teatro públicos les cuesta llenar sus espectáculos y una propuesta privada como los ‘Clásicos en Verano’ de Pata Teatro obtiene un altísimo porcentaje de ocupación?». En las labores de promoción y divulgación está la respuesta, según el director de escena de La Imprudente, y en eso sí encuentra a una cómplice en Cristina Rojas, de Tenemos Gato. «Necesitamos enseñar cultura teatral. En España no la hay y me da mucha pena», comenta.

Fuente: Fernando Morgado para Diario Sur (Málaga)

Entrevista a Cristina Rojas sobre Felicidad en Revista Godot

La compañía Tenemos Gato nos ofrece su último montaje, Felicidad, un texto creado por Homero Rodríguez, Cristina Rojas y la aportación en escena de las improvisaciones de Raquel Mirón y Enrique Asenjo. Los cuatro protagonizan este montaje que se puede disfrutar todos los jueves en el Teatro Lara. Hablamos sobre la obra con Cristina Rojas, Co-autora, directora, y una de las protagonistas.

¿Qué os motivó a crear Felicidad?

Queríamos hablar de temas que fueran absolutamente cercanos a nosotros, a nuestro momento vital, mirar en nuestra casa, hermanos, amigos, hija… Queríamos también volver a los básicos: deseo, conflicto, vínculo, estado de ánimo, antecedentes… y contar una historia que estuviera cargada de todo eso. Y contarla a pelo, con interpretaciones vacías de actuaciones. Sin impostura. Imitar la vida. Y ponerlo encima del escenario.

¿Habéis partido de experiencias propias?  ¿Cómo fue el proceso de creación?

Más o menos… No es autobiográfico, pero todos los personajes tienen algo de nosotros,  algo de lo que queremos o no queremos ser, algo que admiramos de un amigo o algo que  no podemos soportar, una historia de mi madre, de mi abuela…

Para la creación, primero, Homero Rodríguez y yo trabajamos en los personajes y en  la escaleta (todo lo hicimos muy detallado, era un trabajo de dos y teníamos que estar de acuerdo, no fue fácil), después llegaron los diálogos: empezó Homero, y después yo, de manera que podríamos  decir que en el resultado, las partes  de los hombres son más suyas y las de los personajes femeninos más mías. Una vez que teníamos el texto,  se lo pasamos a un amigo guionista para que lo criticase mucho, y después lo volvimos a revisar.  También hubo una lectura feminista, por parte de Yendéh R. Martinez.

Entonces llegaron-llegamos los actores, lo estudiamos y nos pusimos a ensayar. Primero improvisamos cada escena, y después ensayamos respetando el texto, pero sintiéndonos libres de que si algo no iba, podíamos cambiarlo. En las escenas en las que actuaba yo, Raquel Mirón estaba fuera. Grabábamos. Y después, veía todo para poder valorar. Fue fácil. Son unos actores brutales. Después re-escribimos algunas pequeñas partes. Esto fue muy sencillo. Fueron pocas cosas, pero fundamentales. Es  lo que hace que Felicidad esté viva.

Es por supuesto una obra para un amplio espectro de público, pero quizás llega más a las personas que estamos en plena madurez (35-45 años), ¿no? (Se supone que es cuando hacemos balances de  nuestra vida, sobre si estamos cumpliendo las expectativas…).

No lo tengo claro, la verdad… No es nuestra intención.  Creo que todos nos sentimos identificados con ese intento de ser feliz de cada día, y con la insatisfacción de no llegar a conseguirlo.  Y creo que todos también tenemos claro el topicazo de que la felicidad son pequeños momentos.

Es un montaje que puede dejar tocado… ¿Qué feedback tenéis de los espectadores al terminar la función? (yo he visto lágrimas) 

Pues depende también del espectador y del teatro. Hay personas que han salido llorando (pasó en el Teatro Cervantes de Málaga y en Espacio Labruc), pero otras veces, (en el estreno en el Teatro Lara), el público se rió tanto que estábamos  un poco desconcertados.  Puede que el patetismo de lo real sea más gracioso de lo que imaginaba.

¿El objetivo de partida era ponernos a los espectadores frente al espejo de nuestra propia realidad? ¿De hacernos pensar sobre el rumbo de nuestra vida?

Imagino que sí. Siempre el teatro es un espejo de la realidad que te hace reflexionar, es fundamental que sea así. Pero por favor, que no te dé una solución. Ni que sea moralista.

¿Seguís improvisando o tras tanto recorrido que ya tiene la obra ya no hay tanto margen para eso y os ceñís más al texto?

El texto está fijado desde que acabamos los ensayos, pero siempre improvisamos, un 5 % aproximadamente en cada función. Eso nos mantiene alertas, escuchando, en escena. No vale soltar una cancioncilla y hacer una coreografía de movimientos.  Eso es trampa.

 

 

Es vuestro sexto montaje como compañía y tu primera incursión en la dirección artística. ¿Cómo lo has vivido?

Emocionada, entusiasmada por poder decidir cada cosa y con miedo. Si estaba bien, genial, pero si no lo estaba, era mi responsabilidad. Eso me asustaba. He intentado ser muy consciente de que sólo soy una actriz que dirige, por lo que he confiado  en los actores que al final  son los que más saben de los personajes: contar con unos actores tan sensibles e inteligentes como Enrique Asenjo, Raquel Mirón y Homero Rodríguez hace que sea más sencillo. Y también, ha sido fundamental Raquel, como ayudante de dirección. Con ella, todo siempre es mejor.

Hacéis un teatro cercano, valiente, muy real… ¿Es esa la línea a seguir u os planteáis en un futuro abordar nuevos lenguajes?

Muchas gracias por lo que dices… Ojalá. Pienso que por ahora todo lo queremos contar desde ese sitio, sí. Al menos si sigo dirigiendo yo (¡me encantaría!).

¿Qué es lo próximo que veremos de vuestra compañía, Tenemos Gato?

Ahora empezamos el montaje de La ultima peli de Woody Allen, un cortometraje acerca de la tenacidad de una actriz que no se achanta ante los ‘noes’ de la profesión.  Y estamos también con dos futuros textos. El año que viene cumplimos 10 años.

¿Es tan difícil lograr la felicidad? O mejor dicho… ¿Por qué nos resulta tan complicado darnos cuenta de todos esos momentos en los que somos felices y seguimos persiguiendo situaciones idealizadas?

Pues yo que sé… yo no tengo ni idea. Somos muy complicados, ¿no? A mí lo que más me gusta es jugar con mi hija, comer chocolate, empezar un libro bueno, un gran beso y actuar. Algo es algo.

Fuente: Sergio Díaz para Revista Godot

El otro lado de ‘Felicidad’, por Fran Perea

Fran Perea se encuentra con los intérpretes de Felicidad, una reflexión teatral sobre el intento de ser feliz en la tardía madurez de hoy. Hasta los micrófonos de Fran se acercan Raquel Mirón, Enrique Asenjo, Homero Rodríguez Soriano y Cristina Rojas, también directora del montaje.

Emisión de la reseña en el porograma La Sala de RNE. Click aquí para escuchar el podcast en RNE.

Reseña Felicidad en A golpe de efecto

La compañía Tenemos gato estrena ‘FELICIDAD’ su sexto montaje después de: La naranja completa, Y estoy guapa, A bombo y platillo,  De pelo y pluma y ¿Cuchara o tenedor?, además de realizar una incursión cinematográfica con Seis y medio. Ahora, con FELICIDAD nos ofrecen un trozo de vida, con sus alegrías, sus tristezas, sus dudas, sus miedos, etc., desde la cercanía que ofrece la auténtica realidad.

La propuesta cuyo texto corre a cargo de Homero Rodríguez Soriano y Cristina Rojas cuanta con la aportación de las improvisaciones de Raquel Mirón, Enrique Asenjo, Homero Rodríguez y Cristina Rojas lo que confiere a la obra una sensación de credibilidad y realismo muy efectivo, que además se nos presenta perfectamente medido por la dirección de Cristina Rojas (con Raquel Mirón como ayudante de dirección).

Tod@s buscamos la felicidad, aunque para cada persona signifique algo diferente, y es precisamente de esto de lo que trata esta obra, de relaciones humanas, de encuentros y desencuentros, de diferentes formas de ver, sentir e interpretar la vida. Y son estos temas, los que nos afectan a tod@s, los cotidianos y universales, los que nos convierten en cómplices de momentos comunes, siempre que son tratados con honestidad.

La propuesta comienza con buen tono y energía y nos va llevando por un camino transitado por dos parejas muy diferentes, pero con inquietudes y miedos similares, donde la forma de vivir y conceptualizar los temas importantes de la vida, se ponen ante nuestros ojos y que son vividos por cada uno de los miembros de estas dos parejas de forma diferente y más o menos madura. Dando igualmente, protagonismo a la manera en que cada uno de ellos es capaz de afrontar lo que ocurre en su vida y su positividad ante la vida. Siendo la cercanía y honestidad en la forma de tratar y hablar de las cuestiones cotidianas lo que engancha al espectador que se ve reflejado en alguna de estas aptitudes.

La escenografía, diseñada por Lúa Testa coloca a los protagonistas en un espacio escénico donde solamente encontramos unas sillas y pocos elementos más. La acción se sitúa en diferentes lugares y tiempos que se encuentran marcados en una especie de mapa dibujado en el suelo del espacio escénico. De esta forma, nada estorba a lo realmente importante, el texto y el movimiento del elenco que se mueve siguiendo las coreografías diseñadas por Ana Barcia.

Pero la acción se viste con más elementos, por un lado proyecciones de escenas que se van generando a tiempo real, cámara en mano (el presente) y por otro, proyecciones de escenas pregrabadas que corresponden con el futuro (imágenes tiernas, alegres, familiares e incluso algo empalagosas, creadas por Gema Segura, Ana Rodríguez, Rebeca Mayorga y Delia Márquez donde aparecen varios niñ@s). Además, existe una acertada selección musical que crea ambientes bien definidos, y un buen diseño de iluminación, que ayuda a enfatizar espacios y acciones, de Ana Rodríguez Aguilar.

El viaje es suave y agradable, aunque va bajando en intensidad a medida que se desarrolla la obra e incide de una forma insistente en el papel tradicional de la mujer como madre y compañera, sobre todo en el desarrollo de la parte final de la propuesta (obviando cualquier otro tipo de posibilidad, no es necesario recordar que más allá de la eleccion de la maternidad hay mucha más vida para la mujer).

El elenco formado por Raquel Mirón, Enrique Asenjo, Homero Rodríguez Soriano y Cristina Rojas (con la participación de los niños: Miguel Martín y Carlota Rodríguez en los videos) realiza un buen trabajo, los personajes están bien definidos y sus personalidades están muy marcadas, de forma que son fácilmente reconocibles. Todos los personajes, desde el más infantil, al más angustiado, pasando por el más gracioso o el más asustado, tienen su momento (tanto individual como colectivo) para definir sus miedos, dudas, incertidumbres, deseos, etc., ante el espectador, pero lo más importante es la forma sencilla, sincera, cercana y cómplice de expresión de cada uno de los personajes, que termina aportando una madurez al texto que va más allá del propio discurso de cada personajes (que en ocasiones puede parecer algo desbordado).

Una propuesta tan natural como la vida misma, donde la felicidad, más que un todo, es una aptitud que nos permita abrir la mente y el corazón a disfrutar de esos pequeño y maravillosos momentos que, a veces, la vida nos regala.

Fuente: Estrella Savirón para A golpe de efecto

Felicidad en Moobys

Felicidad es una reivindicación de la realidad: un intento de ser feliz en la madurez; una reflexión sobre las metas y la gestión de la felicidad.

Tenemos gato presenta su primera obra original tras varios años trabajando con textos del dramaturgo Luis Felipe Blasco. Ahora da un gran salto en su trayectoria con su sexto montaje, un proyecto autogestionado por Cristina Rojas y Homero Rodríguez.

Felicidad: naturalidad en un espacio íntimo

La historia tiene lugar en distintos lugares a través de un juego de luces, pintadas en el suelo y proyecciones que se manejan con una cámara de vídeo. La compañía malagueña apuesta por la naturalidad y la sencillez; la intimidad es tal que, en ocasiones, parece un ensayo del grupo. El equilibrio interpretativo de los cuatro actores es perfecto y con solo salir a escena, se puede ver el inmenso trabajo que tiene detrás.

“Ella quiere hacer el amor, él ahora no puede. Otro él quiere que le escuchen, otra ella quiere ser madre. Ella quiere viajar, él también. Ella y él llevan sin estar solos tres años. Ella y él tienen un hijo. Otro él no quiere ser padre. Ellos y ellos van a Lisboa. Felicidad”.

Un texto; improvisaciones; reescritura; música y escenografía: amor; soledad; sexo; feminismo y maternidad; familia; relaciones personales… son algunos de los temas principales de la comedia y es que a pesar de tratarse de un drama en toda regla, la compañía da un giro y apuesta por el humor.

¿Era así como imaginabas tu vida?

Y tú ¿eres realmente feliz? Esa es la verdadera cuestión. Igual no lo eres del todo pero te esfuerzas en serlo, escondes tus miedos y sentirte solo comienza a ser rutinario pero vive en tus silencios… El tiempo pasa, las relaciones cambian y el amor también cambia… ¿Entonces qué? Tenemos Gato insiste en que la felicidad está donde tú quieras que esté, pero también te anima a buscarla y a no conformarte con lo que crees que debe ser tu vida.

Felicidad en la Revista Pop Up Teatro

Felicidad: aire fresco.

Definir de forma unívoca la felicidad es ardua tarea. Empresa tan compleja como realizar la misma operación con conceptos como paz, justicia, amor, libertad,… Y sin embargo, pese a su inconcreción, su significado relativo, sus límites imprecisos y su alcance ilusorio, es quizás el principal motivo por el que cada individuo de nuestra sociedad se levanta cada mañana. Por supuesto, nuestra idea de felicidad depende en gran medida de nuestra cultura, religión, educación, sexo,… Y edad. Cada fase de nuestro periplo vital conlleva unas metas, incógnitas, retos y satisfacciones propias del momento en que nos encontremos. Y justo desde aquí parte Felicidad, espectáculo basado, en palabras de la propia compañía, en la reflexión teatral sobre el intento de ser feliz en la tardía madurez de hoy.

Felicidad es un drama disfrazado de comedia, una forma de adentrarse en un tema lleno de aristas, pero desde la frescura más absoluta. Los diálogos son de una familiaridad, sencillez y naturalidad apabullantes, con un trabajo interpretativo de gran nivel en su conjunto, que aporta a las escenas un aire de cotidianidad, generando en el espectador la ilusión de estar delante de una escena de la vida misma, tal cual, sin deformación ninguna, con conversaciones donde no se dice nada, pero en las que subyace todo un mundo. Se nota el papel que han tenido las improvisaciones en el proceso creativo, siempre desde un punto refrescante y atrevido. Trasladarnos de lo mundano a lo elevado (que no divino) no es tarea sencilla, y la compañía Tenemos gato lo consigue de manera sutil y edificante.

Si bien es cierto que el tema no es ninguna novedad, y que los conflictos planteados no conllevan una profundización excesiva en el trasfondo filosófico inherente, además de ciertos tópicos inevitables cuando se trata de estos temas, la propuesta escénica no aporta tanto por el qué, sino por el cómo. La función comienza mientras observamos a las actores como tal, asistiendo en vivo y en directo a su conversión paulatina en los personajes. De la misma forma veremos las transiciones entre escenas, los cambios de vestuario, las elipsis temporales, los juegos escénicos, todo de forma premeditadamente artificial, así como la escenografía, a base de sillas y taburetes a los que, de forma no realista, se les da diferentes usos.

Esta planificación minuciosa de exponer los recursos teatrales ante los ojos del público, no solo haciéndolos visibles, sino haciendo especial hincapié en ellos, contrasta de forma notoria con el naturalismo extremo de las interpretaciones, con un resultado efectista y efectivo. Dicha conjugación, de lo natural y lo artificial, resulta armónica, lógica y fluida, tarea nada sencilla, fruto sin duda de un encomiable trabajo de dirección. Es la suma de todos estos elementos la que hace de Felicidad una apuesta por una función dinámica, atrevida en cierto punto, cercana, motivadora, honesta y necesaria. Se agradece.

Fuente: Nacho León para Revista Pop Up Teatro

Felicidad en la Revista Godot

“Felicidad, qué bonito nombre tienes…”. Suenan los acordes en mi cabeza de la inolvidable canción de La Cabra Mecánica y recuerdo aquellos días en los que aún bailaba. Hoy todavía bailo, de vez en cuando, pero no es igual. Ahora, a mis casi 40, normalmente estoy ya en la cama cuando la música suena fuera y la juventud se divierte. Yo he crecido, he madurado, estoy en otras etapas de la vida y vivo mucho de recuerdos. También al escribir sobre este montaje de la Compañía Tenemos Gato recuerdo lo mucho que me gustó cuando lo vi hace unos meses en mi añorado Espacio Labruc. Y lo mucho en lo que te hace pensar. Felicidad es una reflexión teatral sobre el intento de ser feliz en la tardía madurez de hoy. Raquel Mirón, Enrique Asenjo, Homero Rodríguez Soriano, Cristina Rojas y los niños Miguel Martín y Carlota Rodríguez protagonizan este montaje que aborda temas complejos. Sin tapujos. A las claras. Es como meterte en las historias de todas aquellas personas que cada día se cuestionan qué rumbo está tomando sus vidas. Si de verdad están haciendo lo que quieren, si están consiguiendo las metas y los sueños que se marcaron en la juventud… Si son felices viviendo así.

“Felicidad, vete tú a saber dónde te metes…”. Es agosto y el lugar donde vivo está de fiesta. Una fiesta en la que antes yo campaba a mis anchas y la nostalgia empieza a invadirme mientras escucho lejana la orquesta ya a oscuras en casa. Pero me doy la vuelta en la cama y estiro un brazo. Alcanzo a tocar un cuerpo cálido que me devuelve a mi realidad. A la realidad de donde verdaderamente quiero estar ahora. Mi felicidad.

Fuente: Sergio Díaz para Revista Godot

Felicidad en el Diario Crítico

Felicidad, tan lejos y tan cerca.

Tengo para mí que eso que todo el mundo llama felicidad y que, de un modo u otro, hombres y mujeres pretendemos alcanzar, está mucho más cerca de las pequeñas cosas de cada día, que de ese golpe de suerte vinculado a la lotería, la quiniela o las múltiples formas de juego cuyos mensajes publicitarios nos bombardean día a día desde los medios y las redes.

Con esta misma óptica se presenta en el Lara ‘Felicidad’, un montaje dirigido por Cristina Rojas, partiendo de un texto escrito por Homero Rodríguez Soriano y la propia Cristina Rojas. En él, dos parejas treintañeras, con cierto recorrido vital a sus espaldas, y ambas atravesando sendas crisis de relación personal, cuentan en el escenario con una naturalidad envidiable las causas profundas -que pueden anotarse en eso que llamamos el “día a día”- de sus crisis de pareja. En el caso de una de ellas, con una hija de poco más de dos años, y con casi una década de convivencia, no encuentran el momento adecuado de intimar (puede sustituirse también el término por “retozar”…) alegremente sobre el lecho conyugal, por mil y una circunstancias que van desde la obsesión por la actividad física del chico, hasta el hastío de ella por el fracaso permanente en sus intentos. La otra pareja basa sus discrepancias en la conveniencia o no de ir a buscar un hijo desde ya, como quiere la mujer, o esperar sine die, como pretende su chico.

Ellos son hermanos. Ellas apenas se conocen. Ambas parejas viven en los dos extremos de Europa, y pasan años antes de verse. La oportunidad surge casualmente cuando la primera planifica un viaje personal a Lisboa, mientras la segunda, desde Finlandia, su lugar de residencia, aprovecha un viaje de trabajo de él, para reunirse con su hermano y su mujer. Ahí explotará todo y las pequeñas diferencias de pareja se convertirán en muros difícilmente salvables…

Los intérpretes de ‘Felicidad’ son Raquel Mirón, Enrique Asenjo, Homero Rodríguez Soriano y Cristina Rojas. Los diálogos y las situaciones son frescas, reconocibles por todos que, de uno u otro modo, hemos podido vivir episodios similares, y la proximidad física del público a los actores en la Sala Lola Membrives, la pequeña del Lara (por cierto, con los mismos y molestos problemas de audición por el sonido que se cuela desde la sala principal, en donde ese mismo día y a esa misma hora se está representando simultáneamente La llamada…), provocan que el público se sienta rápidamente identificado con los actores y las aventuras vitales en las que se ven envueltos.

La función es especialmente acogida por las parejas jóvenes que, en su inmensa mayoría ocupan las butacas de la sala, y asisten divertidos y cómplices con lo que ven en un espacio ya marcado sobre la alfombra (Finlandia, Madrid, Lisboa…), en donde los actores cambian de indumentaria en el propio escenario, y se trasladan de un espacio a otro, y de uno a otro día, sin más transición que los distintos cortes musicales y la luz que los define. Y todo ello entre unas cuantas sillas y taburetes que marcan al tiempo el salón de sus respectivas casas, el bar de un hotel o la oficina.

‘Felicidad’ es, en fin, un drama con forma de comedia, con diálogos impregnados de chispa, naturalidad y frescura que subraya situaciones muy comunes entre parejas jóvenes que tienen que lidiar con problemas de conciliación familiar, relaciones de pareja, la inestabilidad laboral, la amistad, la lealtad, la infidelidad y la hipocresía social. Ellos, como todos en realidad, andamos buscando eso que Pablo Neruda dijo que podríamos encontrar donde menos nos esperamos: “Algún día, en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente te encontrarás a ti mismo y esa, solo esa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas”.

Fuente: José Miguel Vila para Diario Crítico

Reseña de Felicidad en ‘Todos al teatro’

Felicidad, un drama con tintes de comedia.

‘Felicidad’ es un montaje de Tenemos gato que se está presentando en el Teatro Lara, escrita por Cristina Rojas y Homero Rodríguez, quienes también participan en la obra, bajo la dirección de la propia Cristina Rojas; una historia donde cuatro personajes andan en busca de la felicidad, un concepto muy subjetivo que depende de lo que desea y busca cada persona, en este caso, cada personaje.

El público entra a la sala. En el espacio escénico solo se encuentran unas sillas. En unos minutos aparecen los actores: Cristina Rojas, Raquel Mirón, Homero Rodríguez y Enrique Asenjo, quienes salen sonrientes, se miran, se abrazan, se dicen algunas palabras, vuelven a reírse y se cambian de ropa para convertirse en los cuatro personajes que confesarán sus penurias en busca de la felicidad.

La pieza es una reflexión teatral sobre el intento del ser humano de ser feliz durante la madurez. Una contundente realidad que se pasea por las relaciones de pareja, amistad y conciliación familiar. Cabe destacar que la pieza se estrenó en enero del 2017 en el Teatro Cervantes de Málaga, dentro del XXXIV Festival de Teatro con el público en el escenario, consiguiendo la cercanía y verdad que persigue la compañía.

La puesta en escena cuenta con un juego escénico  muy bien estructurado, dividido en pequeñas escenas donde primero habla una de las parejas, mientras la otra está sentada en un costado escuchándolos; luego se entrelazan entre ellos y más tarde les tocará confrontarse a los cuatro en escena, con interrogantes y dudas que tambaleará la estabilidad emocional de todos.

Los espectadores hilan poco a poco la vida de los protagonistas, enterándose de sus pasados, necesidades y anhelos. Y es que las relaciones humanas son muy complicadas, y mientras sumamos años en nuestro expediente, tenemos más anécdotas para contar, reír o llorar, añadido a eso el deseo de vivir y ser felices. Pero la receta no funciona para todos por igual varía de acuerdo a la persona.

Realmente un montaje fresco que transcurre en 90 minutos y donde el tiempo pasa veloz sin perder ritmo. Donde las actuaciones son tan naturales como magistrales, saltando de la risa a la insatisfacción en segundos, y es que no hay mejor manera para decir la verdad que riendo para no llorar. Con diálogos inteligentes que atrapan de principio a fin a los asistentes, quienes siempre están expectantes ante algún elemento sorpresa.

Se aplaude el trabajo de interpretación bien realizado que se pasea del drama a la comedia, y donde luego de la gran reflexión los actores rompen la cuarta pared para preguntarle a algunos espectadores, de forma directa, si todo está bien: “¿qué tal? ¿Cómo lo han pasado?, bien, ¿Cómo te sientes?”.

Luego de haber sido testigos de cómo ella quería hacer el amor, pero él ahora no podía. Otro él quiere que le escuchen, otra ella quiere ser madre. Ella quiere viajar, él también. Ella y él llevan sin estar solos tres años. Ella y él tienen un hijo. Otro él no quiere ser padre. Ellos y ellos van a Lisboa. Felicidad.

Fue una hora y media donde se plantearon interrogantes como: “¿Era así cómo imaginábamos nuestra vida? ¿Era esto lo que me apetecía hacer? Creía que el hombre de mi vida iba a creer en el amor verdadero ¿debo ser madre? Me gusta mucho bailar, escuchar música, tocarla. Te echo tanto de menos que me duele”. La vida misma es un suspiro. Desde Todos al Teatro elogiamos el excelente trabajo de Felicidad, una entrega actoral que no se pueden perder en el Teatro Lara.

Fuente: Mayelit Valera para Todos al teatro